Capítulo 6: La Rebelión de los Murales

Tras desactivar **El Oráculo**, la máquina creada para controlar el pensamiento del pueblo, **dARTgalán** y los **Pintores Mosqueteados** sabían que el momento era crucial. París estaba al borde de una revolución artística. Sus murales ya no eran solo arte, eran símbolos de esperanza para aquellos que deseaban liberarse de la opresión. Pero sabían que Richelieu y sus aliados no se quedarían de brazos cruzados.

"Los murales se han convertido en algo más grande que nosotros", comentó **Claire** mientras revisaba los nuevos bocetos en su taller. "Están apareciendo en lugares donde no hemos pintado. La gente ha tomado el arte como su propia arma."

**Lucien** sonrió con su característico sarcasmo. "Parece que hemos iniciado una moda, ¿no? Todos quieren ser pintores revolucionarios ahora."

Pero **dARTgalán**, aunque satisfecho con el impacto de su lucha, mantenía la mirada seria. "Richelieu está furioso. Y cuando el poder se siente amenazado, responde con violencia. Debemos estar preparados para lo peor."

Mientras la resistencia artística crecía, los rumores de represión se esparcían por París. Las fuerzas de Richelieu comenzaban a destruir los murales, pero por cada obra destruida, surgían dos más en su lugar. El pueblo había encontrado una voz en el arte, y ya no tenía miedo.

Una noche, mientras los **Pintores Mosqueteados** preparaban un nuevo mural en una de las plazas principales, recibieron la visita de un grupo de ciudadanos que querían unirse a ellos. "No somos artistas", dijo uno de ellos, "pero hemos visto lo que están haciendo, y queremos ayudar. Queremos ser parte de esta lucha."

**dARTgalán** los miró con gratitud. "El arte no es solo para los artistas. Es para todos. Cada pincelada que damos es un acto de resistencia. Si queréis uniros, sois bienvenidos."

Mientras pintaban, la ciudad a su alrededor parecía cobrar vida. Los muros, antes grises y sin vida, ahora vibraban con colores y símbolos que desafiaban la autoridad. El mensaje era claro: París no se rendiría. Pero **dARTgalán** sabía que el enemigo no descansaría.

No pasó mucho tiempo antes de que Richelieu decidiera tomar medidas drásticas. Ordenó que todos los murales fueran destruidos y que cualquiera sorprendido pintando fuera arrestado. Las patrullas se intensificaron, y el miedo comenzó a extenderse de nuevo por las calles. Pero la resistencia no se detuvo. Al contrario, creció.

"No pueden detenernos a todos", dijo **Lucien** mientras observaba uno de los nuevos murales que habían pintado. "Por cada uno de nosotros que arresten, surgirán otros diez."

"Es verdad", respondió **Claire**, "pero necesitamos un golpe más grande. Algo que realmente sacuda los cimientos del poder."

**dARTgalán** permaneció en silencio por un momento, observando el mural. Sabía lo que tenían que hacer. "Debemos llevar el arte al corazón del poder", dijo finalmente. "Debemos pintar en el lugar más inesperado. En el palacio mismo de Richelieu."

Los ojos de **Claire** se abrieron con sorpresa. "¿En el palacio de Richelieu? Eso es una locura."

**Lucien** soltó una risa nerviosa. "Es una locura, pero también es brillante. Nadie se atrevería a hacerlo. Y si lo logramos, el mensaje será claro: ni siquiera el poder absoluto puede sofocar el arte."

El plan era arriesgado, pero no había otra opción. Sabían que si lograban pintar en el palacio, darían el golpe más audaz de la resistencia. París entera sabría que el arte no podía ser controlado ni destruido.

Con la noche como su aliada, los **Pintores Mosqueteados** se infiltraron en el palacio de Richelieu. Sabían que estaban arriesgando todo, pero también sabían que el momento era decisivo. Llegaron a una de las paredes principales, y sin perder tiempo, **dARTgalán** comenzó a trazar las primeras líneas de su obra maestra.

El mural que pintaron en el corazón del poder no era solo un desafío, era una declaración. Era un retrato de un París libre, donde las cadenas de la opresión habían sido rotas y el pueblo celebraba en las calles. Cada trazo era una burla a la autoridad, cada color un grito de libertad.

Cuando terminaron, **dARTgalán** dio un paso atrás para admirar su obra. "Esto es más que arte", dijo en voz baja. "Es una promesa. Una promesa de que no nos rendiremos."

Pero su osadía no pasó desapercibida. Mientras se preparaban para huir, las alarmas del palacio comenzaron a sonar. **dARTgalán** y sus compañeros corrieron por los pasillos, perseguidos por los guardias. Sabían que no podían ser atrapados, o todo lo que habían logrado se perdería.

Con una mezcla de suerte y habilidad, lograron escapar del palacio justo a tiempo. Las noticias del mural en el palacio de Richelieu se esparcieron por toda París como un incendio. El pueblo, inspirado por su audacia, se levantó con más fuerza que nunca.

La rebelión artística había alcanzado su punto culminante. Y aunque Richelieu y sus aliados intentaron destruir el mural, no pudieron borrar el mensaje que había quedado grabado en el corazón de la ciudad.

**dARTgalán** y los **Pintores Mosqueteados** sabían que la lucha continuaría, pero ahora contaban con algo más que pinceles y espadas: contaban con el espíritu de un pueblo que había despertado. Y mientras París soñaba con la libertad, los muros seguían contando su historia.